Rincón de Dios
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"E L N A U F R A G I O"

CAPITULO I
TODOS EN EL MISMO BOTE

El naufragioCuando el barco se hundía, todos trataban de salvarse.- La desesperación era total. Nadie miraba a nadie.- No cabían todos los pasajeros en los botes que el barco llevaba para los casos de emergencia.-Eso hacía que en el desorden se echaran los botes al agua y a la voz de "Sálvese el que pueda"... como si la tierra no fuera a existir más, todos corrían para salvar lo suyo. ¿Y de los demás... qué?... bueno... ¿Qué se le va a hacer...

En aquel desorden se podía ver un pequeño botecito que había quedado flotando a la deriva con todo tipo de personas. De pronto se escuchó la voz de uno que nadaba gritando:
"Por favor... ayúdenme a subir"
Nadie alargó la mano, preocupado cada cual por sí mismo... Pero el que gritaba, no obstante, por fin logró subir al bote. Resultó ser un cura. El tal viajaba en el barco dirigiéndose a una convención en la tierra prometida.

Después se escuchó una voz angustiada de otro de los pasajeros que nadaba a la deriva, gritando desesperado:
"Por favor, ayúdenme... denme una mano... por el amor de Dios".
A éste nadie le ayudó tampoco... Todos estaban preocupados por su suerte personal.

Por fin, con grandes esfuerzos, el hombre también logró subirse al bote... Varios protestaron diciendo:
"Van a virar el bote... Cuidado... no hagan ola... no se muevan".
Cuando aquel hombre saltó dentro del bote, resultó ser un pastor evangélico, que, desesperado, se acomodó en un lugar seguro del bote, y dijo:
"Gracias Señor por haberme salvado de las aguas... Ahora llegaré a la tierra prometida"...

Él, al igual que la mayor parte de los que viajaban en ese barco, iban a la tierra prometida.-
Cuando ya todos estaban sentados ocupando sus lugares, se escuchó el sonido de algo que golpeaba el costado del bote, y un ¡Ay! de dolor... Alguien se paró enseguida y dijo:
"Cuidado... hemos chocado con algo... no se muevan no vaya a ser que se vire el bote y caigamos todos al agua"...

La voz del que se quejaba y que había golpeado el bote accidentalmente con la cabeza dijo:
"Pog favog... denme una mano... estoy muy cansado de nadag... ayúdenme... no puedo más"...
Pero nadie parecía escuchar la voz que pedía auxilio...

El mar estaba embravecido y todos estaban agarrados fuertemente del borde del bote en el sitio que les tocaba estar...
Por fin, una ola levantó al hombre que hacía esfuerzos por subir, lanzándolo al centro de la barca con gran estruendo...
Enseguida comenzaron a protestar diciendo que era una desconsideración el saltar de esa forma dentro del bote... Que se estaba poniendo en peligro la vida de todos los demás...

Por fin, después de algunos bamboleos, el bote se estabilizó. Entonces todos pudieron ver al que ahora había llegado. Se trataba de un rabino de larga barba. Estaba vestido todo de negro, a la usanza de los más recalcitrantes judíos ortodoxos. Él también se dirigía a la tierra prometida para negociar en ella sus diamantes.

"Shalom... Shalom"...
dijo el rabino escurriéndose en el bote, apretujando un poco a los demás para hacerse sitio seguro él también.
Ahora se podía ver claramente quienes eran los que intentaban llegar a la tierra prometida...

Todos iban perfectamente identificados. Cada uno de ellos con sus vestimentas específicas, para ser distintos de los demás.
Ahora el bote estaba a la deriva, flotando y flotando a donde los vientos del Señor de los mares los llevara. Por ninguna parte se veía señal de que fueran a ser rescatados en las condiciones en que estaban. No había nadie por aquellas rutas. Todos iban a otras tierras, aunque, en el fondo, todos iban al mismo lugar.

CAPITULO II
UN NUEVO DÍA PARA CADA CUAL

A la mañana siguiente, el rabino sacó una cajita de concha nácar, y de dentro de la misma sacó sus filacterias. Con gran devoción se amarró más fuertemente que nunca las mismas en el brazo, como ordena la ley. Con la esperanza de que Dios notara su presencia y meciéndose a la usanza de los grandes maestros de su religión dijo sus plegarias. Pidió a Dios le llevara salvo hacia la tierra prometida.-

Cuando él terminó, el cura, que lo había estado observando hacer su ruegos, sacó un precioso rosario que llevaba guardado en una bolsita cercana al corazón. Con gran fervor y devoción, oró diciendo:

"Hijos míos, si queréis confesar vuestros pecados podéis venir aquí, al fondo del bote, para darles la absolución para que la virgen María nos lleve a sus brazos amorosos.

Después se golpeó el pecho repetidamente haciendo que el eco de sus "Mea culpa" llegara a los oídos del pastor.

Éste, acto seguido, sacó una Biblia, la cual abrió al azar. Comenzó a leer en voz alta el pasaje que ocasionalmente había seleccionado.

"Y a todos los que hicieron tropiezo y a los que hacen iniquidad, serán echados en el horno de fuego, y allí será el lloro y el crujir de dientes"

Aquel parecía ser su pasaje favorito, ya que él se consideraba salvo por la sangre de Cristo.
Levantó la vista y miró a todos los que estaban en el bote con el entrecejo fruncido.

"Hermanos míos... ",vociferó, "Estas cosas suceden para enseñarnos el camino verdadero"...
dijo recalcando la palabra "verdadero" y mirando de reojo al cura que estaba confesando a uno de sus fieles volvió a decir.

"Debemos desechar toda idolatría... y toda superchería"...

Estas palabras las dijo ya a voz en cuello y gesticulando con los brazos en cruz y mirando al cielo enardecido..
Después continuó diciendo...

"Aleluya... Amén... padre celestial... Raaajsheeeman... sepaaartatuuum"...

y terminó hablando un idioma que él dijo ser lenguas extrañas... ya que nadie de los que viajaban con él lo entendía.
Todos guardaron silencio mientras el bote flotaba a la deriva en medio de los mares...

CAPITULO III
POR LAS AGUAS Y LAS GALLETAS

En aquel bote había un pequeño barrilito con aguas, y una lata de galletas. Entonces el cura dijo mirando el barril...

"Hijos míos, si queréis yo puedo guardar las galletas y el agua... De manera que el señor las bendiga para que podamos sobrevivir tomando nuestras raciones"...

e hizo la señal de la cruz apuntando hacia el barrilito, como para santificarlo...

Cuando el pastor oyó las palabras del cura se paró en el bote y dijo:

"Un momento padre... Todos nosotros tenemos la misma obligación para con Dios... Esa lata de galletas, y ese barrilito de las aguas, no debe tenerlos usted, porque de esa forma estaría inclinado solamente hacia un lado de la balanza... Yo opino que debíamos dejarlo en otras manos; tal vez con uno de los marineros que conduce el bote"...

Y volvió a mirarlo nuevamente con ojos severos y recriminantes. El cura lo miró a su vez... alzó los ojos al cielo y dijo:

"Bien... Si esa es la voluntad de todos... sea"... y suspiró profundamente...

Entonces el rabino se paró, y levantando su mano para pedir permiso a todos los allí presentes, dijo con su acento peculiar, arrastrando las erres guturalmente y moviendo la cabeza huidizamente, casi sin cuello...

"Si fuegra posible yo quisiegra me dejagran decigr algo"...

Todos guardaron silencio para escucharle... Entonces continuó...

"Es muy fácil que el segr humano cuando esté en apugros... se le olvide que es hombgre y se conviegrta en animal... Con esto no quiegro decir que no voy a confiagr en el señog magrinegro que le van a darg la galletas y el agua... pegro si no le impogrta yo quisiegra que la pagrte mía, me la dan a mí... Depué ustede hacen lo que quiegren... Denme aunque sea menos cantidad... no impogrta... Yo pgrometo que aunque se acabe la mía no voy pedigr nada de ustedes"...

Todos se miraron unos a otros... Pensaron que tal vez la idea no era mala... entonces una señora, que estaba sentada con un niño a su lado, dijo...

"Yo creo que lo que hay que hacer, antes que nada, es pensar en las mujeres y los niños... En todas partes, cuando sucede un naufragio... vemos que siempre envían a las mujeres y a los niños primero"

El pastor se levantó y dijo con voz autoritaria...

"En el reino de los cielos el hombre es la cabeza y la mujer debe aceptar y seguir los dictados de la cabeza"...

y buscó con la vista la confirmación de sus palabras entre los presentes, hojeando al mismo tiempo la Biblia, todo mojada, que había logrado rescatar de las aguas.
El cura le siguió, levantándose a su vez, diciendo:

"Es verdad, según los evangelios eso es así... y yo creo que es válido ya que lo dijo San Pablo en sus santas epístolas" ...

Esto lo dijo meneando la cabeza afirmativamente...
Después le tocó su turno al rabino que dijo:

"Me va a pegrdonagr... pegro eso es un pgoblema que no es mío, pogrque yo llegué nada más que hasta viejo testamento... que es la mitad... Con la otgra mitad yo no tiene que vegr nada con ella... En la pagrte mía, que es donde yo está integresado está bien clagro que ante Dios todos somos iguales... No hay ninguna difegrencia para Dios... Yo aggradecegría se hiciegra la rrrepagrtición... Aunque tengo una duda... pogrque la galleta son fácil de rrrepagrtigr... pegro las aguas... "

Y se quedó pensativo un rato...

"las aguas está difícil repagrtigr pogrque no tenemos en que echagrla... y vamos a tenegr que vegr... cómo le hacemos".

Entonces uno de los marineros se paró y dijo con aire autoritario...

"Bueno... aquí el problema está en que ninguno de ustedes sabe dónde es que vamos a parar... Éste reza"...

Y señaló al cura irrespetuosamente...

"El otro ora"

señaló al pastor...

"Aquel bendice"...

apuntó al rabino...

"Pero aquí lo que hay es que trabajar... hay que coger los remos y remar ¿eh?... Con palabras solamente no se llega a la orilla"...

Hizo una pausa y miró al barrilito de agua y las galletas que habían colocado en el centro del bote donde todos las vieran...

"Y con relación al agua y las galletas... yo creo que todo tiene fácil solución... denme acá el agua y las galletas y confíen que yo lo voy a resolver enseguida"...

Todos lo miraron con extrañeza y entonces el cura le dijo:

"Bueno antes de dártelo tenemos que saber qué es lo que va a pasar hijo mío; debes saber que es importante que los fieles estén conscientes de la fe que están persiguiendo"...

Entonces el pastor se puso en pie y dijo ceremoniosamente:

"Sí... es cierto... las aguas del Señor no deben estar en cualquier mano, deben estar en manos de los hombres de Dios"...

Entonces, uno de los que estaban allí dijo:

"Bueno, que se las den al cura... Yo estoy de acuerdo en que se las den al cura"...

Entonces la mujer dijo:

"Bueno... en realidad yo creo que deberían dárselas al pastor, porque es un hombre, que representa la fe en Dios"...

Otro, más lejano, se levantó rápidamente gritando...

"No... No... que no se la den al pastor tampoco porque entonces se las va a dar a los de la iglesia de él... espérense un momento... vamos a hacerlo a votación aquí, a ver quién la va a repartir"...

Entonces el marinero, que representaba el gobierno de la nave, se levantó enérgico y dijo autoritario:

"Esta bueno ya de tanta discusión, aquí no hay votación ni nada por el estilo... se acabó todo este problema... Denme el agua y las galletas que yo me voy a encargar de repartirlas en la forma en que debe ser"...

Acto seguido se abalanzó hacia el fondo del bote, donde estaban el agua y las galletas a ver si las podía agarrar...
Pero el otro que había protestado primeramente se le fue encima y empezaron a fajarse agarrando ambos el agua y las galletas para quitárselas al contrario. Uno tiraba hacia un lado y el otro hacia el otro...
Entonces el cura se levantó asustado y dijo:

"Por favor hijos... tengan paciencia... No hagan esas cosas que se hunde el bote y será peor"...

El pastor a su vez se paró también y dijo:

"No... no sean rebeldes... no meneen el bote que las aguas nos van a tragar a todos... Por favor... no dejen que Satanás esté en ustedes... No ven que los está persiguiendo y todos van a parar al infierno... Alejen a los demonios... generación diabólica"...

Y el rabino, agarrado a uno de los extremos del bote para no caerse dijo con voz entrecortada...

"Ahogra si esto está como cuando estábamos en el desiegrto con Moshé, fajados pogr el agua... ¿Quién me habgrá mandado a venigr en este bote con toda esta gente?"...

"Dame acá las galletas"...

decía el uno...

"No... son mías"...

decía el otro...

"Me tienes que matar primero"...

gritó enardecido el primero... Y se daban de trompadas y golpes...

En un momento de la discusión, cuando todos estaban agarrando la lata de galletas y el barrilito del agua, una ola meció fuertemente el bote.
Los que discutían, tratando de agarrarse de algo para no caer al mar, soltaron momentáneamente las galletas y el barrilito del agua, que volando por los aires fue a caer en medio de los mares, embravecidos en ese momento...

Mientras el bote se movía fuertemente, las olas iban alejando las galletas y el agua ante los ojos atónitos de los que antes se peleaban por ellas...
Ahora ninguno poseía nada... Comenzaron todos a lamentarse...

"Miren lo que ha pasado"...

decía uno con ojos llorosos...

"Ahora... todo se ha perdido"...

decía otro...

Entonces, uno de ellos que quiso agarrar la lata y las galletas, se soltó de donde estaba agarrado para no caerse, y cuando vino otra ola... fue lanzado de cabeza en medio de las aguas...

Tan pronto como el desafortunado cayó al agua... vino un pez gigantesco y se lo tragó de un solo bocado...

Todos quedaron aterrados y agarrados fuertemente al bote para no caer, sin atreverse a hacer ningún movimiento...

Así permanecieron mientras las galletas y el agua se alejaban cada vez más del bote hasta hundirse en las profundidades de las aguas... quedándose todos sin agua y sin galletas...

Todos intercambiaron miradas inciertas... ya no discutieron más... Cada cual se sentó en su lugar... Ahora ya no había agua... ni había galletas... No había nada por qué pelear...

CAPITULO IV
LOS BAUTISMOS Y LAS DIVISIONES

Pero enseguida Dios comenzó a llover... y mientras la lluvia caía, todos abrieron sus bocas hacia arriba...
Así, empezaron a tomar las aguas que caían del cielo, hasta que por fin lograron calmar su sed...

Cuando llegó la noche, empezaron a comentar los sucesos del día... El cura fue el primero en hablar...

"Éste es el momento en que hay que tener ecuanimidad hijos míos... Tengamos fe, resignación y oremos profundamente para que el Señor nos lleve a la tierra prometida"...

Entonces hizo la señal de la cruz por sobre todos los presentes bendiciéndolos... Y se sentó en el fondo del barco a orar tranquilamente...
Entonces el pastor se puso en pie con gesto insatisfecho y dijo...

"Estas son las cosas que pasan cuando se desafían los poderes de Satanás... El diablo siempre está detrás de nosotros... Esta es una generación de víboras... y deben ser echados al lago de fuego y azufre... Por eso debemos pedir de rodillas el ser incorporados en el reino de los cielos"...

hizo una pausa como para tomar aliento y prosiguió diciendo...

"Aquellos que quieran ser incorporados al reino de los cielos siguiendo la nueva fe, que vengan a mí para que sean bautizados"...

Entonces dos o tres de los marineros llegaron y se unieron al pastor...
Acto seguido, éste, con mucho cuidado para que no se lo comieran los grandes peces de aquellos mares, tomó una pequeña lata que había en el fondo del bote; sacó un poco de las aguas del mar y bautizó a aquellos marineros que habían acudido a él en la nueva fe que los salvaría...

"Estos, ya son salvos"...

anunció el pastor satisfecho...

El bote seguía a la deriva... cada cual en su fe; cada cual en su esquina, agarrados fuertemente del pedazo de bote que cada uno tenía a su alcance, pero... nadie remaba.
Desde ese momento empezaron a formarse los distintos grupos. Por una parte los del cura. Por otra parte los del pastor.
Cada cual por la parte que había escogido de aquel bote, que en medio de las aguas del mar revuelto navegaba a la deriva, sin rumbo determinado, aunque todos aspiraban llegar a la tierra prometida guiados por su fe, que cada cual decía ser la verdadera.-

El único que parecía estar solo era el rabino, que estaba vestido con todas sus filacterias y sus atuendos relacionados con la fe que profesaba; largo abrigo negro hasta por debajo de las rodillas, sombrero de fieltro negro que recogía sus bucles de tirabuzón que se empataban con su larga y tupida barba...

Así, cada uno vivía apartado de los demás en la parte del bote que había seleccionado. Todos separados por todas partes. Cada cual por su lado. Unos rezando, otros orando, otros murmurando, pero ninguno remaba ni daba señales de querer hacer nada por nadie.

CAPITULO V
¡EL JUDÍO TIENE AGUA!

La noche siguió avanzando hasta que llegaron los primeros rayos de luz del nuevo día... Todos empezaron a sentir preocupación por la suerte que corrían... No había posibilidades de ser rescatados... No se veía ninguna embarcación por los alrededores... Todos estaban en el mismo bote... que parecía ser el único sobre la tierra en ese momento... Todos estaban apartados en sus grupos respectivos...

Entonces el rabino sacó la cajita pequeña donde guardaba sus filacterias y en la cual había recogido un poco de las aguas del día anterior, y bebió un sorbo de la misma calmando su sed momentánea. Luego, guardando el resto cuidadosamente, volvió a sus oraciones ajeno a lo que pasaba a su alrededor...

Pero uno de los presentes, que pertenecía a una de las tendencias ya formadas, cuando lo vio beber de las aguas, se levantó y gritó tempestuosamente...

"¡Miren... el judío... tiene agua!... Yo lo vi tomando agua... Seguramente se la robó del barril que era de todos, cuando peleábamos antes de que se cayera al mar... A lo mejor el botó el barril vacío para que no lo viéramos nosotros"...

Todos empezaron a enardecerse y a decir que era verdad, que el judío se había robado el agua... Hasta había algunos que afirmaban haberlo visto coger el barrilito a escondidas... El rabino, por su parte, protestaba por lo que él llamaba una injusticia contra su persona... Y se quejaba diciendo...

"Señogres... pogr favogr... óiganme... Esta agua yo no me la grobé... yo la grecogí cuando estaba lloviendo el otgro día... Y esa es el agua que tengo aquí... yo la grecogí cuando caía del cielo"...

"Mentira"...
gritó uno frenéticamente...
"Eso es mentira... Él no podía saber cuando iba a llover... Esa agua es robada... Quítenle el agua... Vamos a quitarle el agua"...

"No... pogr favogr... el agua e mía... yo no la grobé... e mía"...
Suplicaba el rabino con voz llorosa y aterrorizada...

"Si... Vamos... quítensela... El judío se la robó... Hay que tirarlo al mar... porque es un ladrón y un bandido"...

dijo uno de los que tenían mucha sed; él no había probado el agua de arriba cuando había caído porque estaba dormido mientras los otros bebían"...
Todos se pusieron de acuerdo y fueron contra el rabino y le quitaron el agua... y "ahora ya no había aguas"... otra vez...

CAPITULO VI
ESAS AGUAS SON NUESTRAS

Entonces uno cualquiera, de una de las sectas recién improvisadas, dijo:

"Esas aguas son nuestras, Sí, son nuestras, nosotros las hallamos... Por eso son nuestras; aguas nuestras"...

Entonces dijo otro de otra secta...

"No... ¿Cómo van a ser de él?... las aguas son de todos, ¿Por qué razón va a ser de ustedes?... Es más, las aguas las tenemos nosotros que fuimos los que se las quitamos al rabino y somos los que las vamos a administrar"...

Empezaron a fajarse unos con otros por las aguas que le habían quitado al rabino... Y así estaban todos discutiendo unos con otros, hasta que uno de los marineros dijo:

"Por favor señores... siéntense que van a virar el bote con su discusión y nos vamos a ahogar todos... fíjense en lo que están haciendo"...

Pero nadie les hizo caso y empezaron a fajarse tremendamente para ver quién era el dueño de las aguas... Unos halaban la vasija con las aguas para acá, y los otros para allá... Hasta que en una de esas, volcaron la vasija que contenía las aguas vivas derramándose éstas...
Y volvieron nuevamente a quedarse sin las aguas.
Cuando se quedaron sin las aguas se miraron unos a otros decepcionados...

¿Quién tiene la culpa?...
gritó uno de ellos...

"Sí... ¿quién?"...
repitieron varios de ellos buscando al culpable...

Hasta que uno de ellos, escondiéndose detrás de todos dijo:

"El judío... fue el judío con la maldición que nos ha caído arriba... Fue el maldito judío... Tiene que convertirse a Cristo, tiene que reconocerlo o de lo contrario todos nosotros vamos a morir por sus herejías... Vamos conviértete... Vamos"...

Desde todos los bandos lo empujaban amenazadores, inculpándole...

El rabino les contestaba angustiado:

"Señogres pogr favogr... déjanme tgranquilo... yo no he hecho nada"...

y se tapaba la cabeza con su talit...

"Sí..tú tienes que convertirte ahora mismo a Cristo"
le gritaban de todos los bandos...

"Conviértete o te tiramos ahora mismo al agua"...

"Pues si quiegren tígrenme al agua, yo no me conviegrto a nada, además cada uno de ustedes tiene un Cgristo difegrente... Ni ustede siquiegra lo conocen... déjenme tgranquilo... Hagan lo que quiegran, yo no me voy a igr de la posición que yo tiene"...
contestaba asustado, mientras se apretaba más las filacterias que tenía amarradas al brazo...

Entonces, uno que no pertenecía a ninguna de las religiones y que se limitaba a oír a todos se paró y dijo autoritario...

"Un momento señores... esperen un momento... El judío tiene derecho a estar aquí dentro del bote como cualquiera de nosotros... Así que vamos a respetarlo... Cada uno, de las otras religiones, que se queden en su rincón y déjenlo a él vivir en el suyo... y vamos a ver si Dios nos deja llegar a la tierra prometida a todos juntos"...

Entonces se pusieron de acuerdo todos los que no pertenecían a ninguna de las sectas, que eran mayoría todavía, y dijeron:

"Bueno vamos a dejarlo... En definitiva es un desgraciado igual que nosotros y está en la misma situación nuestra"...
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