¿Qué es el Zen?
Origen
La postura del
despertar del Buda
El
zen tiene su origen en la experiencia del Buda Sakyamuni, que hace dos
mil quinientos años, sentado en la postura de zazen, hizo realidad el
despertar. Esta práctica de zazen contiene la esencia de su
enseñanza, cuyo mensaje tiene alcance universal: Zazen no es más que
la vuelta a la condición normal del cuerpo y del espíritu. La
enseñanza del Buda no depende de la filosofía y mucho menos de la
metafísica, sino que surge de su experiencia viva. Se podría comparar
a un medicamento que ofrece la curación a la naturaleza humana
enferma. Buda no pretendía crear una nueva religión sino ayudar al
ser humano para que comprenda la causa de su sufrimiento y se libere de
él. A esta liberación se le llama el despertar del Buda, suprema
sabiduría y verdadera libertad, hechas realidad a través de zazen.
Historia del
zen
La
experiencia del Buda se ha transmitido de forma ininterrumpida, de maestro a discípulo, formando
así una línea continua. Tras su
implantación en la India durante unos mil
años, el monje Bodhidharma llevó esta
enseñanza a China en el siglo V después de
Jesucristo. El zen, con el nombre de ch'an, tuvo una gran
expansión en este país en el que
encontró un terreno bien abonado para su desarrollo;
durante este período se puso en evidencia su
originalidad y la pureza de su práctica.
En el siglo XIII Dogen, monje
japonés, tras una estancia en China llevó el
zen a Japón. Al maestro Dogen, fundador de la escuela
zen soto, se le considera el mayor filósofo del
budismo (junto a Nagarjuna de la India, en el siglo III). El
zen ha influido profundamente en la cultura japonesa; hoy
más de 20.000 templos dan testimonio de esta
influencia.
Llegada del Maestro
Taisen Deshimaru a Europa
En
el siglo XX Occidente empezó a interesarse por el
aspecto filosófico del zen, justo cuando en
Japón el Maestro Kodo Sawaki daba un nuevo impulso a
la práctica ya muy debilitada. A la muerte de Kodo Sawaki, su sucesor, Taisen
Deshimaru, vino a Francia para
traer a Occidente la esencia de esta enseñanza, como
hizo Bodhidharma cuando fue a China mil quinientos
años antes. Durante los quince años que
vivió en París, el Maestro Deshimaru
creó un centenar de dojos
y grupos de zazen, repartidos
por cuatro continentes, y además del dojo de
París, fundó el
gran templo de Occidente en la
Gendronnière (cerca de Blois, en Francia), así como la Asociación Zen
Internacional. Sus discípulos siguen hoy con su
misión, practicando zazen y difundiendo su
enseñanza por muchos países de Europa, África y América.
Una
experiencia viva
A
pesar de que el zen se haya desarrollado en el seno de una
de las más antiguas tradiciones de la humanidad, el
budismo, no es ni una religión ni una
filosofía. El Maestro Deshimaru decía que es
la religión de antes de la religión, en el
sentido de que zazen despierta el espíritu religioso
natural del hombre, sin, a pesar de ello, basarse en
ningún dogma. El zen existe más allá de
la religión y de la filosofía pero
también más allá de todos los sistemas
e ideologías, más allá de todos los 'ismos', incluso más allá del budismo. Va
directo al corazón del hombre, es la experiencia viva
y el impulso creador anterior a cualquier forma. La esencia
de su mensaje tiene un significado universal. El zen
está en la raíz del conocimiento de uno mismo,
por encima de las diferencias de sistemas, de los valores,
de las naciones o de las razas. Zazen es la experiencia de
la unidad anterior a la dualidad. Por eso es difícil
hablar de ello pues el lenguaje separa, opera un corte en la
realidad de lo que existe. Por eso el zen no se transmite a
través de las escrituras, sino sólo de persona
a persona, de maestro a discípulo, de mi alma a tu
alma. Todas las ciencias humanas o psíquicas estudian
al ser humano desde un ángulo particular pero la suma
de todos esos puntos de vista nunca reconstituirá a
un ser humano vivo, pues la vida de un ser humano
está, a fin de cuentas, más allá de
todos los análisis posibles, este 'más
allá' es la vida y es el zen. Por eso el Maestro
Deshimaru decía: "Si queréis darle al zen otro
nombre, llamadlo la vida."
La
Revolución interior
Vuelta a la condición normal y
a la conciencia hishiryo
El
zen no es una práctica especial, misteriosa,
esotérica, al margen del mundo y de la vida
cotidiana. El zen es la vuelta a las condiciones normales
del cuerpo y del espíritu. Tal y como lo
enseñaba el Maestro Deshimaru, no es ni una norma ni
un estado especial, es volver a encontrar un espíritu
amplio, libre, sin categorías, sin miedo; es
armonizarse con el sistema cósmico, con los
demás y volverse menos egoísta. La
condición normal es el espíritu no limitado
por los conceptos; es el espíritu que no se estanca.
En zazen esto se llama la conciencia hishiryo: más
allá del pensamiento y del no-pensamiento. El mundo
moderno, la sociedad, la educación, han programado
nuestros comportamientos, nuestra visión de las cosas
y nuestro modo de vida. La práctica de zazen, que
borra la dualidad y reequilibra nuestro cuerpo y nuestro
cerebro, nos hace volver a las condiciones normales y a la
unidad con todas las cosas. El cuerpo se vuelve naturalmente
fuerte, la respiración profunda, el espíritu
amplio, abierto.
Abrazar las
contradicciones: la Vía del medio
Penetrar la Vía no
es difícil, pero no hay que amar ni odiar, ni
elegir ni rechazar. Basta con que no haya ni amor ni odio
para que la comprensión aparezca,
espontáneamente clara, como la luz del día
en una caverna.
Sosan
Ni
espiritual ni material, el zen incluye ambos aspectos.
Algunas personas sólo se dejan guiar por el mundo
social, otras sólo buscan la espiritualidad, sin
ningún lazo entre ambos. Lo esencial es encontrar la
Vía del medio, sin preferir un aspecto al otro. Desde
nuestro punto de vista individual se distingue el tiempo, la
vida y la muerte. Pero desde el punto de vista de la vida
cósmica, tiempo, espacio, vida y muerte no
están separados. El zen existe al margen del dualismo
producido por nuestra mente encerrada en el espacio-tiempo.
El zen vuelve a la unidad de todas las cosas. En nuestra
conciencia la lucha entre lo acertado y lo erróneo
desemboca en la enfermedad del espíritu. El hombre
clasifica siempre - bueno o malo, simpático o
antipático - sin comprender que con esas divisiones
se limita a sí mismo y produce desarmonía, el
caos del mundo.
El Maestro Deshimaru dice:"Armonizar los contrarios
volviendo a la fuente es propio de la actitud zen.
Vía del medio: abrazar las contradicciones, hacer
la síntesis, hacer realidad el equilibrio."
Mushotoku: sin
meta ni objeto
Si mantenéis las
manos cerradas, sólo conseguiréis unos
pocos granos de arena. Pero si abrís las manos,
conseguiréis toda la arena del desierto.
Dogen Kigen
Mushotoku
quiere decir: el espíritu que no quiere obtener nada,
el espíritu que no se apega a ningún objeto y
no pretende ni beneficio ni resultados. Sin ese estado de
espíritu, el zazen no es auténtico.
En el mundo social moderno el motor de
todas nuestras acciones es el beneficio, sea cual sea la
forma en que se presente y esta búsqueda de beneficio
es origen de tensiones, de complicaciones, nos separa de los
demás y nos aleja de la verdadera libertad.
Los seres humanos siempre quieren
obtener y tienen miedo a perder. Pero la sabiduría
más elevada existe sin meta y sin planteamiento
consciente. Se dice: Con las manos abiertas podrás
recibir todo, con las manos cerradas no puedes obtener nada.
La actitud justa consiste en dejar
pasar todas las cosas, concentrándose en la
acción inmediata, sin egoísmo. En
última instancia abandonar es el mayor éxito.
Mushotoku es obtener todo el cosmos.
La
Vía del bodhisattva
Sentado, en mi ermita de
ramas, haga lo que haga, sólo pido una cosa:
que antes que yo pasen todos los seres.
Dogen Kigen
El
ideal del zen no es alcanzar el estado de Buda, el despertar
para uno mismo, sino dejar de lado el estrecho límite
de una búsqueda personal y abrirse al bien de todos
los seres. Es la acción del bodhisattva.
Bodhi: despertar, satori, comprensión de la ley
universal.
Sattva: hundirse en el mundo de los fenómenos,
trabajar con los seres.
El bodhisattva es el que comprende, ayuda y guía con
compasión a los seres que sufren en la vía
justa. Kodo Sawaki dice: "Los seres humanos tienen miedo,
porque sólo dependen de su propia individualidad.
Hacer zazen es ser una persona en unidad con el cielo y la tierra. Para el
bodhisattva, la vida, en lugar de ser un
obstáculo, un fardo, es la vía en la que hace
realidad el satori. El bodhisattva dirige su vida en lugar
de dejarse llevar por ella.
Incluso si se sumerge en medio de los demonios, no tiene
miedo y puede salvar a todos los seres. De esta manera el
ideal del bodhisattva es guiar a los seres hacia la verdad,
conducirles por la Vía del despertar."
El
no-miedo
¿Cuál es el
sentido de nuestra vida? Es resolver el problema de
nuestra existencia. A pesar de que poseemos la naturaleza
de Buda, hasta ahora sólo hemos andado a ciegas en
la oscuridad. Que ni la sociedad ni el ego te estorben es
- eso creo - la verdadera libertad. Esta libertad es
aprehender el no-miedo.
Maestro Kodo Sawaki
Vivimos
en un mundo de miedo: miedo al futuro, miedo a los
demás, miedo al mundo exterior. En nuestros
días el miedo se presenta como una ansiedad
permanente que rompe el impulso vital y está en el
origen de numerosas enfermedades. El apego a uno mismo y a
las cosas de la vida está en la base del temor, de la
angustia. Gracias a la práctica cotidiana de zazen y
al abandono del apego, ese estado ansioso desaparece. Si la
mente está tranquila, todo se vuelve tranquilo. En
zazen se pueden observar las emociones y los miedos como
burbujas que suben a la superficie de un río. Se
lleva la mente al único momento presente y así
se vuelve semejante al vasto océano al que nada
perturba. La mayoría de los miedos son imaginarios y
no corresponden a ningún peligro real ni inmediato.
El no-miedo es la conciencia que permite que vengan las
emociones sin identificarse con ellas. Entonces la
conciencia se libera y alcanza un estado de estabilidad que
se manifiesta como no-miedo.
El ki: actividad
cósmica
Precisamente tenemos vida
porque estamos continuamente con el Universo. Se trata
pues de actuar de forma continua con el Universo.
Maestro Kodo Sawaki
La
civilización actual hace que disminuya la
energía, el impulso vital que cada ser posee. La
forma de vida artificial que llevamos, los alimentos
químicos, las casas con excesiva calefacción,
la ropa sintética, la comodidad moderna que no nos
exige ningún esfuerzo, todos estos artificios hacen
que el hombre se encamine a la pasividad. La verdadera ayuda
espiritual es comunicar a los demás el impulso vital.
El cosmos entero está lleno de fuerza y nuestra
propia existencia es sólo una ola del cosmos. El ki
es la manifestación de la energía universal.
El ki pone en movimiento, propulsa, hace que la sangre corra
por nuestras venas, estimula los influjos nerviosos,
regenera las células y crea el movimiento vital. Un
ki fuerte hace que la vida sea intensa. En zazen uno
permanece inmóvil, concentrado en una
espiración profunda y el ki se desarrolla.
¿Cómo utilizarlo? Por medio de la
concentración: poner la energía vital en una
única acción cada vez. Zazen enseña a
vivir así. En la civilización moderna, la
dispersión, la agitación mental, el desorden
de los pensamientos, la ansiedad hacen que se pierda el ki.
El ser humano tiene que volver a encontrar esa fuerza
fundamental pues el destino de la humanidad es cumplir con
su función cósmica.
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